
Algunas veces me asusta, realmente me asusta, la ligereza con que se usan las palabras. Son varias las veces que he constatado esta manía, muy común entre los periodistas ansiosos por crear un título llamativo y sensacionalista. Pero de todas esas veces, solo voy a contarles cuál ha sido la última. Ayer, navegando por las aguas turbulentas de la red, me encontré con un artículo titulado algo así como “La televisión engorda”. No bien leí el título, olfateé lo que iba a pasar: el propio artículo desmentiría su título.
Pues seamos realistas, cuando uno dice “la tele engorda” está sugiriendo que mirar televisión, o estar en contacto con ella, produce algún fenómeno especial que en sí mismo, agrega kilos al cuerpo humano. Si así fuera, aún cuando una persona se sentara en el sofá a mirar televisión, sin ingerir ni un solo alimento, engordaría. Pues eso quiere decir “la tele engorda”.
Ahora bien, si quien dice “la tele engorda” en realidad quiere significar que cuando comemos mirando tele, al estar pendientes del monitor comemos más, y por comer más engordamos…. Ah, bueno, eso es otra cosa… y allí no es la tele la que engorda, la que engorda es la comida, lo único que hace la tele es “incitar” a comer más.
Y dije incitar entre comillas, pues tal vez lo que incita a comer no es la tele en sí misma, sino aquello que genera en nosotros: distracción. Pues la tele no nos dice con una voz seductora “sírvete otro plato”, “cómete otro paquete de galletitas”.
Lo que hace la tele es distraernos, mantenernos en la mesa picoteando sin razón. Igualito a lo que sucede en esas largas sobremesas del domingo o las festividades, cuando por quedarnos hasta tarde de pura charla, picoteamos lo que sea que tengamos enfrente sin siquiera prestar atención a que es lo que estamos comiendo.
Y bueno, es cierto que estar mirando publicidades de comida tienta… ¿pero no nos tientan también las vidrieras de las pastelerías y el aroma a torta fresca, que sale por la ventana de la vecina?… ¿no nos tientan también, esas mesas de Navidad llenas de alimentos a la alcance de la mano?
¿Qué es lo que nos impide comprarnos todo lo que esta en la vidriera de la pastelería, o todos los chocolates en la góndola del supermercado? ¿es que la pastelería este cerrada, o que no tengamos dinero?, ¿Qué logra que no nos comamos todo en Navidad?… lo que verdaderamente lo evita, es la conducta. Y la conducta no se logra suspendiendo todo lo que tienta, se logra educando para que no todos los impulsos sean irracionalmente satisfechos.
Pero volviendo a aquel artículo denominado “La tele engorda”, les comento cuál ha sido el estudio que desencadenó toda esta charlatanería (de la cual me hago cargo). Se trata de un estudio publicado en el “Journal of the American Dietetic Association”, que confirma cómo cuando padres e hijos comen juntos y hablan en la mesa, ingieren mejores alimentos que si miraran televisión. Por lo cual, esos niños logran una salud más adecuada y una correcta nutrición.
Cuando los integrantes de una familia comen juntos (sobre todo por las noches, que es el horario en que esta práctica se hace usualmente posible) se sirven más frutas y más verduras. Sin embargo, esa práctica tan saludable se reduce cuando la familia come con el televisor encendido.
“Cuando las familias comen juntas, y se supone que se hablan, a los niños les va mejor y son más sanos, son menos propensos a la bebida y al uso de las drogas” según la Doctora. Barbara A. Dennison, autora principal del estudio, y perteneciente al Departamento de Salud del Estado de Nueva York, en EE.UU.
El estudio me resulta muy confiable y real, de eso que quede claro que no dudo. ¿Pero vieron?, no es la tele la que engorda, engorda el hecho de que cuando miramos tele nos distraemos y comemos mas.
Así como tampoco es correcto afirmar “que los niños que no ven tele con las comidas, son más sanos y menos propensos a la bebida y al uso de las drogas”, pues no es eso lo que afirma la Doctora Barbara. Lo que hace a esos niños más sanos, es la comunicación familiar que se comparte en la cena, el hecho de que los padres puedan estar más pendientes de su comida y la de sus hijos, el compartir familiar… etc… Sin solo con no mirara tele en las comidas alcanzara para no engordar, antes de que se inventara la “caja boba” hubieran sido todos flacos. Y de hecho no los eran…
Tal vez deberíamos considerar que la caja por si sola no puede ser boba, sin embargo, los que sí podemos serlo… somos los humanos.
Via | salud.latino.msn
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