Dietas hiperproteicas o bajas en hidratos de carbono
Sabemos que hoy en día están de moda las llamadas dietas hiperproteicas o bajas en hidratos de carbono, pero ¿sabemos realmente que ocurre en nuestro cuerpo cuando aumentamos tanto un nutriente y en consecuencia anulamos otro? El objetivo de este artículo es que todos aquellos que se dispongan a llevar a cabo una dieta de este tipo puedan conocer y valorar las consecuencias que esto supone, y una vez en ese punto decidir qué camino tomar a la hora de adelgazar.
Los profesionales de la alimentación solemos referirnos a las dietas altas en proteínas como “el camino rápido” pues son dietas con las que se reduce peso drásticamente, pero para nosotros son igualmente conocidos los efectos negativos que esto traerá sobre la salud del paciente. Es por esta última razón, por la que sólo algunos profesionales de la alimentación se decantan por recomendar este tipo de dietas a sus pacientes.
Como dietista me sorprende mucho ver que en general, cuesta tanto aceptar que la alimentación está directamente relacionada con la salud. Con esta nueva tendencia hacia las dietas hiperproteicas son muchas las personas que me preguntan: “¿Esto tiene consecuencias?” y cuando les respondo, siempre me ponen el ejemplo de algún conocido que hizo una dieta de este tipo, perdió mucho peso y aunque coinciden en que lo recuperó rápidamente, me contestan sorprendidos “pero no le pasó nada, su dieta sí era sana”. Ahora yo os invito a hacer una reflexión: Sabemos que fumar es tremendamente perjudicial y todos conocemos a fumadores que gozan de una estupenda salud, ¿significa esto que el tabaco es sano?
Debemos ser conscientes de los enormes cambios fisiológicos que una alimentación inadecuada puede tener sobre nuestra salud. Estos cambios fisiológicos son inmediatos pero lo realmente preocupante son los problemas patológicos que pueden acarrear a largo plazo. En personas con mayor vulnerabilidad a nivel renal, hepático y cardiaco los problemas de salud pueden manifestarse antes y con mayor agresividad.
Un ejemplo muy representativo de la influencia inmediata de la dieta alta en proteína y baja en carbohidratos sobre el sistema nervioso, es la aplicación de estas dietas en algunos casos de epilepsia. Se las conoce en clínica como dietas cetogénicas y se usan cuando no resulta posible controlar las crisis epilépticas sólo con la medicación. Con estas dietas se consigue que el paciente entre en cetosis controlada, de modo que las células nerviosas comienzan a nutrirse de cuerpos cetónicos, el PH de sus fluidos corporales se acidifica y la membrana de las células nerviosas se estabiliza, ralentizando los impulsos nerviosos.
Aun en estos casos en los que resulta necesario recurrir a una dieta tan agresiva, se hace de forma temporal y controlada. En algunas ocasiones hay que retirar la dieta antes de tiempo sobre todo por problemas cardiacos derivados de los cambios en la capacidad contráctil del corazón.
Cómo actúa el organismo en la dietas hiperproteicas
En el siguiente esquema, veremos de forma sencilla cómo actúan los nutrientes en nuestro cuerpo cuando se aumenta la ingesta de proteínas y se limitan los carbohidratos:
MenuDiet
En el esquema vemos como actúa nuestro cuerpo cuando se ve obligado por un lado a metabolizar y excretar más proteína de la necesaria, y por otro a obtener la glucosa necesaria a través de la proteína y a formar cuerpos cetónicos a partir de la grasa para nutrir algunos órganos vitales.
Efectos negativos de las dietas altas en proteínas y bajas en carbohidratos
1. El efecto secundario de menor gravedad es la pérdida de musculatura. El músculo es tejido activo (quema calorías) y cuando disminuye, disminuyen también las calorías diarias que quema nuestro metabolismo, este hecho tan sencillo es el culpable de que siempre se recupere el peso perdido con este tipo de dietas. Al terminar la dieta, esa persona tendrá mayor tendencia a engordar que cuando empezó el tratamiento.
2. El mal aprovechamiento de los macronutrientes puede desencadenar enfermedades carenciales. La escasez de frutas, verduras, cereales y legumbres típica de este tipo de dietas traen consigo deficiencias a nivel de los micronutrientes. Este es un efecto a largo plazo.
3. El sobreesfuerzo que deben realizar los riñones para eliminar los residuos de la proteína a través de la orina y el hígado al metabolizar los nutrientes, pueden pasar factura a largo plazo en personas sanas y a corto plazo si existe alguna patología.
4. Los efectos más preocupantes derivan de la formación y liberación de cuerpos cetónicos a la sangre (estado de cetosis) que a su vez produce un estado de “Acidosis Metabólica”. Los efectos derivados de la cetosis + acidosis pueden ser impredecibles dependiendo del estado de salud y/o grado de vulnerabilidad del paciente habiéndose descrito casos de muerte súbita por fallos en la capacidad contráctil del corazón y comas por cetosis.
5. Los efectos más conocidos por su pronta aparición en multitud de casos son las náuseas, anorexia (falta de apetito), malestar, depresión, fatiga y estreñimiento.
Como consejo, además de invitaros a reflexionar, os diré que la mejor opción no suele alcanzarse a través del camino más fácil. Con la alimentación, como con todo en la vida, hay que luchar por encontrar un equilibrio entre la salud, el bienestar y el peso ideal.
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