
La historia comienza más o menos así: Nos miramos al espejo y la imagen que éste nos devuelve no nos agrada demasiado, entonces subimos a la balanza y vemos que estamos con algunos kilos de más, decidimos entonces la cantidad de kilos que deseamos bajar y casi siempre ponemos una fecha límite para cumplir nuestro propósito.
Pero llegado este punto cabe preguntarse hemos si con esto hemos resuelto el problema, la respuesta es no!
Ahora debemos saber que plan utilizaremos para eliminar esos kilos de más y ponerlo en práctica.
Por lo general los métodos que pueden llegar a utilizarse ante la ansiedad por bajar de peso, no son siempre los más acertados y saludables, como por ejemplo hacer un ayuno prolongado, eliminar ciertos alimentos pero seguir con el deseo de comerlos, dejar de lado otros que dicen que hacer subir de peso como el pan, patatas, postres, hacer algún tipo de dieta adelgace 5 kilos en 4 días, comenzar a tomar anfetaminas, etc.
Estos recursos no son efectivos para bajar de peso y mantenerse y esto ocurre porque no podemos dividir los alimentos en dos grandes grupos que serían alimentos permitidos para bajar de peso y todo el resto de alimentos.
Se comienza entonces a realizar una separación de los alimentos “permitidos” y se elimina cualquier otro, a tener temor de frecuentar lugares donde estos alimentos abundan, como restaurantes, fiestas de cumpleaños, supermercados, etc.
El resultado de esta actitud será siempre el mismo “más hambre”.
Realizar una restricción incesante de alimentos causa una sensación mayor de hambre en forma constante y con esta actitud lo único que conseguiremos es volver a comer, recuperar el peso perdido y tener sensación de culpa.
Las dietas que se basan sólo en las restricciones convierten el bajar de peso en un castigo, que muchas veces reafirma que somos merecedores de él, por haber aumentado de peso.
Cualquier esquema que se base en las restricciones no es bueno para la salud física, emocional ni mental.
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