Publicado en el último número de la revista "Journal Of Clinical Endocrinology", el estudio revela que realizar actividades físicas después de las comidas eleva los niveles de las hormonas PYY, GLP-1 y PP, las encargadas de informar al cerebro de que el estómago está lleno.
Según el experimento, elaborado por científicos de la universidad de Surrey y del Imperial College London, gracias a estas hormonas la gente activa se siente menos hambrienta de lo que hasta ahora se creía después de hacer ejercicio, por lo que les apetece menos picar antes de la próxima comida.
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