
Vivir estresado es un problema que no aportada nada de bueno. Nos hace estar de mala uva, con los nervios a flor de piel, siempre a contrareloj... y por si no fuera suficiente, también ¡ENGORDA! Sí sí. Pero ¿por qué?
Según he leído en Hoy Mujer, el estrés te engorda de varias maneras.
- Al vivir una situación de estrés continuado, el organimso estimula la producción de cortisol (la hormona del estrés) y de insula hecho que se traduce en un aumento del apetito y el antojo de comer más dulce de lo habitual.
- El cerebro también tiene parte de culpa. Según he leído, cuando aliviamos nuestro estrés comiendo, activamos 'el centro de recompensa del cerebro'. Pero cuando ya nos hemos comido ese helado que tanto nos apetecía y nos sentimos bien... se vuelve a despertar el deseo... ¡Es un no parar!
- Es un error pensar que el deseo de comer se debe a que tenemos hambre y por supuesto, es un mito creer que con fuerza de voluntad podemos resistirnos a las tentaciones. Cuando apriete el gusanillo, hemos de ser capaces de reconocer que es la ansiedad y no el hambre el que nos incita a comer y optar por alimentos más sanos.
En fin, que el estrés es malo, se mire por donde se mire... así que... ¡Viva el Carpe Diem!
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